El último Bizirik

… «dentro de unos días serás tú el último Bizirik». Eso dice padre después de tachar el nombre de otro Bizirik en la vieja cartulina…

… siempre que padre utiliza el término “último Bizirik”, a mí me viene a la mente el libro escrito por James Fenimore Cooper que lleva por título El último de los mohicanos. Desconozco el motivo de semejante evocación debido a que nada tengo que ver con el tal Uncas…

… los Bizirik somos originarios de Usurbil, un pueblo inmediato a Donostia. Soy hijo único y, al igual que les sucede a los de mi generación, nací imposibilitado para fecundar a una mujer…

… mi cerebro es un hervidero cuando estudio el árbol genealógico proyectado por padre en la cartulina. A pesar de los numerosos tachones, compruebo cada enlace de nuestros antepasados, sus llegadas y salidas de este mundo…

… padre habla de los orígenes de nuestro linaje. Quiénes fueron esos hombres y mujeres que emigraron a Venezuela alrededor de 1660, al parecer huyendo de las hambrunas que asolaron Euskadi a lo largo del diecisiete…

… los Bizirik, hombres y mujeres con un entusiasmo fuera de toda duda, se asentaron en aquella tierra de oportunidades. Fue, al comienzo de la Guerra de Independencia, cuando una minoría decidió marcharse a Puerto Rico. El traslado debió de suceder alrededor de 1811 si atendemos a los datos históricos. Al parecer unos pocos alcanzaron La Florida…

… los Bizirik somos hombres apasionados de las armas. Pertenecemos a una estirpe de larga tradición militar. José Antonio Bizirik y Travieso es un buen ejemplo de ello. Siendo último gobernador del Castillo del Morro de San Juan participó activamente en la defensa de la ciudad durante el bombardeo del 12 de mayo de 1898. Otro Bizirik amante de las armas fue Ángel Liberal Bizirik, natural de Debabarrena, quien murió tiroteado durante el alzamiento de Valladolid en julio de 1936…

… padre insiste en que yo he de ser el último Bizirik dado que los demás miembros de la familia están dejando de existir. Aquellos que padre conoció, siendo niño, ya están muertos en su totalidad. Siguiendo las leyes de la naturaleza los hijos de esos hombres y mujeres tuvieron descendencia propia. Pero no ha nacido un Bizirik en este siglo. Nos extinguimos a una velocidad imprevista sin que seamos capaces de explicar el motivo…

… con mayor frecuencia padre lee los obituarios de los periódicos. Oscuramente tacha el nombre y los apellidos de cada Bizirik recién muerto. La cartulina empieza a estar emborronada…

… Verónica Castro Bizirik ha fallecido en Biscayne Park, sin prole conocida, a la edad de cuarenta y tres años. Su muerte me invita a pensar en el día que padre no esté entre nosotros. La vanidad me lleva a imaginar el día que seré yo el único Bizirik sobre la Tierra…

… nos llega la siguiente noticia: el doctor Agustín Bizirik Etxeita ha fallecido mientras revisaba el automatismo de su escopeta de caza. No se trata de una defunción cualquiera, ya que dedicó sus últimos años de vida a estudiar la causa que incapacita a los Bizirik de mi generación…

… padre se ha volado la tapa de los sesos esta noche mientras yo dormía. Ensucio su nombre en la cartulina, me miro en el espejo, alzo el mentón. Soy el último Bizirik…

… he pasado una noche agitada. Antes, por la mañana, tuve que acercarme a Bayona. A la altura de Irún rebasé un camión de grandes dimensiones en el que pude leer, con letra vasca de gran tamaño impresa en blanco sobre lona azul: “TRANSPORTES BIZIRIK”. Un par de kilómetros más adelante superé un segundo camión en el que pude leer, de nuevo escrito con letra vasca de gran tamaño impresa en blanco sobre lona azul: “TRANSPORTES BIZIRIK”. Incluso alcancé un tercer camión con las mismas letras escritas sobre la misma lona azul…

… me he procurado una pistola puesto que al parecer está incompleto, quién sabe si errado, el árbol genealógico que durante años trazó padre en la vieja cartulina.